domingo, 18 de abril de 2010

Santo Tomé, mi pueblo


Espectaculares fotos de una amiga (gracias Gilda Pinarello)










Plaza San Martín

Los orígenes de Santo Tomé se remontan a 1632, en que fue fundada por primera vez en la Provincia de Tapé, actual Río Grande Do Sul, por los padres jesuitas Luis Ernot y Noël Berthot. Este asentamiento no duró mucho debido al constante asedio de los “Mamelucos” paulistas que atacaban los pobladíos en busca de esclavos. En 1683 los jesuitas se instalan en el mismo lugar que ocupa la ciudad hoy. En 1817 el poblado fue incendiado por el General Chagas, al mando de tropas portuguesas. Recién el 27 de agosto de 1863, la Ciudad es refundada oficialmente.

Algo sobre los padres fundadores:


Monumento a los padres jesuitas Luis Ernot y Noël Berthot en la Calle San Martín


Luis Ernot


Ernot (Ernote), Luis. Misionero. Nació en 1597, en Marienbourg (Namur), Bélgica; y murió el 11 de mayo de 1667 en San Ignacio Miní (Misiones) Argentina.

Hijo de un militar español acantonado en los Países Bajos, hizo allí sus primeros estudios. En 1616, quiso ingresar en la Compañía de Jesús y partir para China en la expedición del P. Nicolas Trigault, pero no pudo hacerlo por la oposición de su familia. Seis años más tarde, terminados sus estudios de filosofía, entró en la CJ. Después del noviciado, enseñó humanidades en los colegios de Recanti y Loreto (Italia). Inicialda la teología, fue destinado a la provincia del Paraguay y llegó a Buenos Aires el 29 de abril de 1628, en la expedición del P. Gaspar Sobrino. Ordenado sacerdote, fue enviado a la reducción de San Javier, en el Guayrá (Brasil). En una declaración jurada del 25 de enero de 1631, describió con detalle la incursión de los bandeirantes de Sao Paulo contra las reducciones del Guayrá: esta declaración, junto a las de otros misioneros, fe enviada al Brasil. En mayor de 1632, escribió al P. General Mucio Vitelleschi, refiriendo las vicisitudes de los guaraníes en su éxodo del Guayrá. El mismo año, junto con Noël Berthot, fundó la reducción de Santo Tomás, a orillas del río Ibicuy (actual territorio brasileño), la primera de las del Tape, que en 1639 tuvo que trasladarse cerca del río Uruguay, a una zona menos expuesta a los ataques de los paulistas. Posteriormente, Luis Ernot trabajó en la reducción de San José junto con Pierre de Marcq (1611-1643), hijo de un rico mercante de vino de Lille, que murió en San José, víctima de una tenaz disentería. Pierre de Marcq dejó una pequeña estatua de madera de la Virgen María, que era muy venerada por los indios. La estatua estaba hecha de roble del pueblo mariano de Notre-Dame de Foy, cercano a Dinant en Bélgica. En 1637, Luis Ernot, a petición del provincial Diego de Boroa, había hecho otra declaración jurada sobre las devastaciones operadas por los bandeirantes en el Tape. En 1639, pasó a la recucción de San José y, unos años más tarde, a la de Loreto. En 1657, era cura de la reducción de San Miguel, de donde pasó a San Ignacio Miní. Una de sus tareas en las reducciones fue la de dar instrucción militar a los guaraníes para que pudieran defenderse por sí mismos. Luis Ernot falleció en San Ignacio Miní a orillas del Río Paraná.

Noël Berthot

Berthot (Bertot, Álvarez), Noël (Manuel). Misionero.

Nació el 25 de diciembre de 1601, Marboz (Ain), Francia, murió el 17 de enero de 1687, en Santa María (Misiones) Argentina.

Después de haber enseñado (1624-1627) humanidades en el colegio de Lyón, fue enviado a la provincia jesuita del Parguay. Llegó a Buenos Aires en la expedición del P. Gaspar Sobrino el 29 de abril de 1628. Cursada la teología en Córdoba del Tucumán, pasó a la reducción de la Candelaria, a orillas del río Uruguay. Durante una epidemia bautizó a 600 adultos “in articulo mortis”. En 1632,  fundó, con el P. Luis Ernot, la reducción de Santo Tomás, a orillas del río Ibicuy (Brasil), la primera del Tapé, desde donde, alternándose con Ernot, cuidó de la vecina reducción de San José. Se encargó (1632-1639) de la organización de las reducciones del Tapé, situadas a unas cuatro leguas una de otra: San Miguel, San Cosme, Santa Ana y San Cristóbal. Enviado a las misiones de itatines, al norte de Asunción (Paraguay), reorganizó las reducciones de San Ignacio y Nuestra Señora de la Fe, con los que huían de los bandeirantes, pero nuevas incursiones de éstos, les obligaron a emigrar al sur. Poco después el obispo de Asunción, Fr. Bernardino de Cárdenas, obligó a los jesuitas a entregar las reducciones al clero diocesano (1649). A raíz de las acusaciones de Cárdenas, que inculpaba a los jesuitas de enviar oro de las reducciones a Europa, los jesuitas no españoles fueron obligados (1652) a abandonar las misiones. La orden llegó a cumplirse sólo con cinco jesuitas, entre ellos Berthot, quien pasó a Asunción, como profesor de gramática. Expulsados por Cárdenas todos los jesuitas de Asunción, Berthot trabajó en Santa Fe, Córdoba y La Rioja. En carta escrita desde Santa Fe (10 de mayo de 1656) al asistende de Francia, Bartolomé Jacaquinot, Berthot se quejaba de la "vida de cartujos" que se llevaba en los colegios, y le pedía interceder ante el P. General Goswin Nickel, para que lo destinase a China o Canadá, ya que aún podría trabajar veinte años más, tenía experiencia misional entre infieles y podía enseñar a tocar algunos instrumentos. Con el mismo fin, escribió a su hermano Blas, secretario del rey de Francia. No obtuvo respuesta favorable, pero pudo volver a las reducciones guaraníes en 1671, cuando contaba ya setenta años de edad. Estuvo en Santo Tomás hasta 1674, y luego en Santa María hasta su fallecimiento.


Fuente: Diccionario histórico de la compañía de Jesús

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Andrés Guacurarí



Andrés Guacurarí nació probablemente el 30 de noviembre de 1778 en Santo Tomé.

Su apellido, de origen guaraní, significa, para algunos, Venado Veloz. Era hijo de una aborigen y un español de origen desconocido aunque flota la sospecha que su padre habría sido José Gervasio de Artigas, el famoso caudillo de la, entonces, Banda Oriental. Fue educado por un sacerdote y su cultura era muy amplia: además de músico, hablaba y escribía guaraní, castellano y portugués. En su vida se guió por los principios federalistas de Artigas. Luchó contra los portugueses que dominaban Brasil y traficaban esclavos y en su territorio impuso nuevas reglas en el trato para las clases menos favorecidas, entre los que estaban los indios de su pueblo, es por eso que su nombre hacía temblar a la alta sociedad correntina.


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Breve historia de la cruz utilizada por los jesuitas en las Reducciones

Los orígenes de Santo Tomé, Corrientes se remontan al 13 de julio de 1632, año en que fue fundada por primera vez, en la Provincia de Tapé, actual Río Grande Do Sul sobre el río Jocuzinho afluente del Yaguarí, por los padre jesuitas Manuel Bertot y Luis Ernot.

Pero en 1639 fue atacada por los mamelucos paulistas en busca de esclavos.

En 1638, los jesuitas se instalan en el mismo lugar que ocupa la ciudad de Santo Tomé actualmente. Luego, en el año 1817 el poblado fue incendiado por el General Chagas, al mando de tropas portuguesas.

Recién el 27 de agosto de 1863, la ciudad de Santo Tomé, Corrientes, es refundada oficialmente.



Cruz jesuítica tallada en piedra en San Miguel das Missôes, Río Grande do Sul, Brasil

Cruz de Caravaca


Según la tradición ortodoxa, fragmentos de la cruz de Cristo fueron encontrados en el siglo IV por Constantino o por su madre Santa Elena. En el año 1099, durante la primera Cruzada, estos fragmentos pertenecieron al patriarca Roberto de Jerusalén, primer obispo de la Ciudad Santa tras ser conquistada a los musulmanes, quien ordenó se encierren estos tres fragmentos dentro de una cruz ricamente adornada.



Réplica de la Cruz del Patriarca Roberto de Jerusalén

Ciento treinta años más tarde (1229), en la sexta cruzada, durante la estancia en Jerusalén del emperador Federico II, un obispo, sucesor de Roberto en el patriarcado, tenía posesión de la reliquia. Dos años después la cruz estaba milagrosamente en Caravaca (España).

Según la tradición, el milagro sucedió de la siguiente manera:

Por aquel tiempo, reinaba Fernando III el Santo en Castilla y León, y de Jaime I en Aragón. El reino taifa de Murcia (donde se encuentra la pequeña localidad de Caravaca) estaba regido por el famoso Ibn-Hud, que se reveló contra los almohades y dominó gran parte de Al-Andalus. Es, pues, en pleno territorio y dominación musulmana, cuando se narra el hecho.

Entre los cristianos prisioneros de los musulmanes estaba el sacerdote Ginés Pérez Chirinos que predicaba el evangelio a los moros. Ibn-Hud interrogó a los cautivos sobre sus respectivos oficios. El sacerdote contestó que el suyo era celebrar la misa, suscitando la curiosidad del musulmán, el cual dispuso lo necesario para presenciar dicho acto litúrgico en el salón principal del Alcázar.


Santuario de la Vera Cruz en Caravaca


Al poco el sacerdote se detuvo y dijo que no podía continuar por faltar en el altar el crucifijo. Y fue al momento cuando, por la ventana del salón, dos ángeles transportaron la Cruz con dos brazos, la que depositaron en el altar, y así se pudo continuar la Santa Misa. Ante la maravillosa aparición, el musulmán y toda la corte se bautizaron. Después se comprobó que la cruz era del patriarca de Jerusalén.

De este modo Caravaca pasó a ser un fuerte bastión cristiano en la línea del territorio interior. Caravaca se constituye en cabecera militar y religiosa de la Comarca y de las tierras fronterizas. La Cruz contribuye de una manera decisiva a dar identidad a estos territorios y se erige en un centro de irradiación de luz espiritual.

Fueron los jesuitas sobre todo los que extendieron su conocimiento por España y América, pues fue justamente en Caravaca donde fundaron un colegio con noviciado.

La Cruz de Caravaca no es sólo símbolo de milagro y conversión, sino también (como se ha dicho más arriba) se constituye en signo militar y religioso de las tierras fronterizas, de allí su presencia en las reducciones jesuíticas.

Por un error histórico, la cruz que figura en el escudo de San Borja, Brasil, no es la de Caravaca, sino la Cruz de Lorena, muy similar en su forma pero no en su historia.



Escudo de San Borja (Brasil)



El hecho más lamentable de toda la historia de la Cruz y de Caravaca fue el acaecido en la noche-madrugada del día doce al trece de febrero de 1934. Fue un robo sacrílego de carácter político-religioso que dejó consternada a la ciudad durante algunos años. Era el miércoles de ceniza cuando, por la mañana, se descubrió el sagrario abierto y vacío sin la Reliquia, habiendo dejado los ladrones la caja-estuche del siglo XIV en donde se guardaba la Cruz. A las 9 del día trece corrió la noticia y la tensión suscitada fue enorme. Las diligencias y pesquisas judiciales y policiales no dieron resultado positivo.



Cruz ubicada frente a la Catedral Inmaculada Concepción, de Santo Tomé



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Imágenes de mi pueblo



Santo Tomé. Portal acceso sur


Muro jesuítico entre las calles Ángel Blanco y Mitre



Monumento ingreso al centro



Monumento a Santo Tomé Apóstol


Vista aérea del Río Uruguay




Vistas del Río Uruguay


Costas del Río Uruguay


Catedral Inmaculada Concepción



Vista de la Catedral al atardecer


Rotonda de la Plaza San Martín

Monumento al General San Martín

Monumento a Andrés Guacurarí

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 Carnavales de Santo Tomé

Comparsa Marabú



Comparsa Turma do Fon Fon





Comparsa Colón




2 comentarios:

  1. Desde la ciudad de Caravaca de la Cruz, en España, un saludo afectuoso para Santo Tomé en nuestra unión fraternal en la Cruz de Caravaca

    www.cruzdecaravaca.com
    www.caravacadigital.com

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  2. Muy lindo tu post, está muy bien captada la esencia de Santo Tomé, hermoso pueblo. :)

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I.F.D. Borges

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En la Escuela Normal funciona el Borges