viernes, 26 de noviembre de 2010

Edad Media: El Romance tradicional


El Romance

Pintura de Daniel González

Díaz Viana, Luís. Ed Anaya.
Biblioteca Básica Literatura


No es un tipo de poesía perteneciente sólo a una época determinada si bien a partir del XV empieza a interesar a coleccionistas y poetas. Un recopilador de romances puede todavía recoger romances viejos transmitidos generación tras generación en ambiente de intimidad familiar. Algunos fueron pretexto para la danza. Romances piadosos, de bandidos buenos y de trágicos sucesos, romances cantados aún por niños en sus juegos.

Denominación: ¿A qué llamamos romance?

El M. de Santillana en la Carta-proemio al condestable de Portugal escrita a mediados del XV habla de aquellos “romances e cantares de que las gentes de baxa e servil condición se alegran”. En Crónicas medievalesse emplearon ambos términos -cantares y romances- para describir la actividad noticiera de los juglares verdaderos periódicos de la época. En las Partidas de Alfonso X se recomienda que en la corte “los juglares no dijesen otros cantares que los de gesta o que hablasen de hechos de armas”. De ahí se deduce la interpretación de distintos juglares dentro de la juglaría de diversos temas.

El arcipreste de Hita habla de “juglares cazurros” rango más ínfimo de la familia juglaresca. Los cedreros o tañedores de cedro eran los más distinguidos y apreciados.

El término “fabla” se utilizaría para designar narraciones no cantadas dentro de actuaciones del poeta. Hay una referencia en la Regula Monacharum de San Isidoro a “cantibus e fabulis” con que se distraían los trabajadores al realizar sus quehaceres. Existían diferentes tipos de juglares y diferentes tipos de repertorio.

En un principio, romances eran creaciones literarias no compuestas en latín sino en lengua vulgar o romance interpretadas por juglares. Pero parece que también la palabra “romanz” aludía a un poema narrativo de asunto heroico, de ahí la equívoca utilización de romance y cantar para denominar la misma creación poética. Al Poema del Mío Cid se le llama cantar en el propio texto pero en añadido posterior se dice:” El romanz es leído/ dat nos el vino”

Gran variedad del fenómeno juglaresco. El cometido del juglar era divertir e incluso sanar al doliente o aburrido, por medio del entretenimiento, así como diferentes tipos de juglar (zaharrones o zamarrones = payasos disparatados, locos, de los que provienen los zarrones o zaugarrones que con porras y utensilios parecidos persiguen a la gente. Existían diferentes formas en su repertorio: fablas, cantar o romance. Quizá entre cantar y romance existía diferencia de matiz: cantar sería la manera de comunicar el poema, el tipo de “perfomance” o actuación ante el público y romanz se referiría a aspectos compositivos (rima, métrica) y al contenido. Romance sería un cantar de fondo heroico y legendario con características no bien conocidas por nosotros pero que el juglar y el público sabían distinguir de otras clases de cantares.

Entre los cantos de juglaría abundan los asuntos de amor junto a épicos y poemas de burla y escarnio. Muchas composiciones se ajustaban a la estructura del zéjel, estrofa tomada de la lírica árabe (tres versos de igual rima con estribillo más un cuarto verso de rima igual a estribillo). Algunas formas de cantar juglaresco requerían un instrumento musical específico y no otro en su cantar. El canto estaba muy ligado al oficio de juglaresco. A lo largo de la Edad Media se irá desacreditando el término juglar aunque fueron los primitivos poetas. Algunos de ellos los segreres o segreles no solo tañían instrumentos con gran virtuosismo sino que sabían leer y escribir y probablemente crearon y difundieron los cantares de gesta y los primeros romance conocidos.

Definición de romance

Lo denominado Romancero dista mucho de ser un cuerpo homogéneo. Uno de los problemas fundamentales para su definición es la gran variedad de sus materiales

Al definir lo que es un romance se puede recurrir a dos enfoques distintos y caracterizarlos en cuanto a la forma compositiva o al género poético. No puede definirse solo por su temática ni por sus rasgos estilísticos ya que los distintos tipos de romances ofrecen entre sí poéticas bien diferenciadas.

Atendiendo al plano de composición romance es un poema no estrófico de métrica octosilábica y rima asonantada en los pares. Definición convencional. A las composiciones de iguales características pero de menor número de versos se les suele llamar romancillos.

Existen, sin embargo poemas de distintas épocas que se ajusta a esas normas y que por contenidos y por estilo difieren del modelo de romance prototípico. Sería el caso de algunos romancillos del siglo XVII de carácter lírico y asunto nimio, cuando no intrascendente .En ellos a menudo la declaración galante se carga de alusiones mitológicas.

De otra parte, algunas versiones orales de romances generalmente tenidos por tradicionales no son de versos de ocho sílabas sino de seis o siete presentando, además algún estribillo intercalado. También se llama romance a esos relatos con frecuencia inspirados en crímenes famosos- que los ciegos copleros cantaban y vendían. Estas creaciones escapan a la forma romancística antes expuesta ya que por lo común están compuestos en coplas asonantadas de cuatro versos con rima cambiante.

Existen clases y subclases de romances que precisan descripciones formales específicas. El rasgo común hay que buscarlo en el plano del romancero como género poético. Ya M.-Pidal llegó a la conclusión de que la marca más significativa del romance es su carácter épico-lírico. El romancero constituiría así el cuerpo central de la poesía épico-lírica hispana y nuestra balada más importante. Diferenciamos así el romance por su combinación de elementos narrativos con otros líricos, de lo objetivo con lo subjetivo.

Desde este enfoque la identificación del romancero con el género baladístico no resultaría del todo inadecuada siempre que maticemos algún aspecto. El romance no es nuestra única forma de composición épico-lírica, ni comprende toda nuestra baladística, aunque sí la articula y figura como su eje principal. De hecho las otras clases de baladas que hay en español tiene que ver en una u otra medida con el romance.

Orígenes del romancero

El romancero conectado con una baladística más amplia que afecta a toda Europa, nace en la península ibérica –según M.-Pidal- a partir de los relatos de epopeya castellana con la que está fuertemente emparentada en sus inicios. Desde el siglo pasado los estudiosos del romance se dividieron en dos grupos fundamentales


1- Agustín Durán Fernando J. Wolf, Carolina Michaelis y Julio Cejador creían que los romances habían precedido a los cantares de gesta que en el caso español provendrían de la combinación de aquellos.

2- Bello, M.-Pelayo, M.- Pidal y Milá y Fontanals consideraban que el romancero se había originado a partir de los cantares de gesta.

Pío Rajna y otros autores manifestaron sus dudas con un fenómeno que de haberse producido sería único – o al menos no comprobado en ningún otro país de la Romania- de transformación de los cantares de gesta en breves cantos épico-líricos.

En las ediciones de romances recogidos de la tradición oral se transcribían los romances en verso de 16 sílabas – repartidos en dos hemistiquios de ocho- resaltando así la conexión del romancero con la épica aunque a veces criterios estéticos o tipográficos han pesado más al elegir el modo de trascripción.

Los primeros recopiladores de romances, los del s. XVI imprimieron sin embargo sus cancioneros de romances en versos cortos, e igual hacían durante siglos los impresores de pliegos sueltos. Lo cierto es que a partir de esa época los romances se compondrán sobre la base métrica del octosílabo, aunque en el romancero de tradición oral -tal como señalaba M. Pidal – jamás el sentido se mantiene de manera completa después del octosílabo primero, lo que para él constituía una prueba clara de la persistencia del verso largo en el mismo.

La inestabilidad métrica de romances ya fue recogida por el M. de Santillana en su Carta-Prohemio. La fluctuación que aún encontramos en las versiones orales del romancero induce a pensar que esa inestabilidad ha sido una constante en el género a pesar de que cuando los romances se acogieron y prestigiaron por poetas cortesanos las composiciones romancísticas pasaron a regularizar su métrica. No obstante y según el propio M. Pidal, la tendencia octosilábica había existido ya en la métrica más antigua (…) p 22

Está poética estilizadota explicaría un proceso según el cual los cantares de gesta se habían fragmentado convirtiéndose en romances heroicos que después serán conocidos y admirados por todos como escribió M. Pidal “todas las gestas se hicieron romances; la epopeya se hizo romance.

Cabe preguntarse si no coexistían con aquellos cantares otros cantos más próximos al romancero que luego conoceremos y de los cuales no nos ha quedado noticias. Quizás es tan inexacta la norma de la fragmentación de los poemas amplios como la teoría contraria de estudios del XIX de que siempre cantos breves habían precedido a los largos. Se puede considerar que este tipo de proceso no es irreversible dentro de la tradición oral. En el propio romancero hallamos ejemplos en que un breve poema ha sido posteriormente ampliado o en los que distintos romances se cantan juntos como si compusieran una misma historia

Joseph Bedier Benedetto Croce o Leo Spitzer entre otros se opondrían a las tesis pidaliana o neotradicionalista por varias razones

1- la discutible dependencia del romancero en relación con el cantar de gesta.

2- las diferencias estilísticas entre ambos

3- Las coincidencias formales -como por ejemplo en lo referente a la métrica- del romancero con algunas composiciones líricas.

4- la imposibilidad de que de acuerdo con estos autores, el público llegara a la creación de una forma técnica tan sutil por selección automática y anónima de trozos de epopeya.

El desacuerdo entre individualistas y neotradicionalistas alcanza no sólo el origen del romancero sino que llega a la teoría sobre el nacimiento o historia de la épica y a las épocas más tempranas del romance.

Más allá de esta polémica nuevas investigaciones van iluminando los comienzos de la épica y la lírica en nuestra lengua. El peso de la lírica cobra poco a poco mayor importancia y su mejor conocimiento histórico puede aportar datos que ayuden a reconstruir los orígenes del romancero.

Aceptar la existencia oral durante un tiempo antes de ser recogidos por escrito, situar cronológicamente el inicio del género romancístico se hace muy difícil: Pero si de acuerdo con la teoría individualista el género nace con los primeros romances más o menos fechados, se retrasa en gran medida la parición del romancero. Una opinión moderada coloca los romances más antiguos como el que comienza “Valasme Nuestra Señora” a mediados del siglo XIV. En todo caso la hipotética fecha de origen del género ha ido adelantándonos, limitadamente a períodos más alejados de nosotros. Al estar la tradición oral en el origen del romancero no es de extrañar la aparición de nuestros descubrimientos más precisos y aclaradores al respecto.

El arabista James T.Monroe hizo notar coincidencias de forma y de contenido entre la jarcha “Alba dia este dia” y el romancero. La reconstrucción que el mismo autor realizó del poema en lengua romance que podía haber dado lugar a la jarcha resulta reveladora.

“Alba dia este dia” (fórmula reiterativa del 1º vers) dia de sanjuanada vestirei meu l-mudabbaj y romperemos las danzas

Se atribuye la muwasaha o moaxaja a poeta ciego de Tudela (Ahmad Ibn Hrayra) y puede datarse a principios del siglo XII

Existe también coincidencias entre motivos que aparecen en un romance de Ginés Pérez de Hita incluido en su Historia de los bandos de zegries y abencerrajes (1595) y otras semejanzas formales que apuntan hacia una afinidad de estilo y género.

Por los versos que conocemos de esta jarcha se puede conjeturar que el personaje que se dispone a participar en este torneo galante de la mañana de San Juan va a contar después una historia como sucede en tantas baladas españolas y extranjeras. Cabe la posibilidad de su procedencia de una balada desaparecida.

De acuerdo con J.T. Monroe que así como lingüista tuvieron que asumir la existencia de una lengua, el latín vulgar para explicar el origen de las lenguas romances, los estudiosos de la literatura para desentrañar los misterios de la poesía folklórica en lengua romance deberán contar igualmente con una literatura oral en latín vulgar de la que aquella podría proceder .

Negar la realidad de la épica y la lírica hasta la aparición de documentos escritos es como suponer que durante varias generaciones una comunidad no ha cantado historias ni ha expresado sus sentimientos.

Historia del Romancero

Los individualistas ha seguido el rastro escrito del romancero a partir de 1421, año que el estudiante mallorquín Jaume de Olesa, copia medio en catalán y medio en castellano “Gentil dona, gentil dona”

Entre 1547 y 1549 se fecha la publicación del cancionero de romances recopilada por Martín Nuncio impresa en Amberes. Contrasta fuentes escritas y orales tal como él mismo explica, método éste muy semejante al utilizado por recopiladores actuales.

En el siglo XVI consecuencia del éxito creciente del género romancístico se reedita en breve espacio de tiempo aquel Cancionero primero (1550-1555) y se publica la primera parte de la Silva de varios romances ( Zaragoza 1550)

En la frontera del XVI Romancero General (Madrid) 1600, reeditado en 1602-1604 y ampliado en una segunda parte (Valladolid) 1605

En 1621 y 1629 1ª y 2ª parte de la Primavera y flor de los mejores romances

Siglo XVI Romancero nuevo. El creado por poetas cultos. Se transforman algunos subgéneros del romancero viejo. a los fronterizos les sucederán los moriscos con su caballeresca y , a menudo, caprichosa visión del mundo árabe. Grandes poetas de siglo de oro rindieron también su tributo de ingenio al romancero, como Lope de Vega y Góngora.

Después del siglo XVII empieza el declinar del romancero. Los romances vuelven al cauce de la tradición oral y literatura marginada en zonas rurales. Un romancero difundido por pliegos y ciegos copleros coexistirá en el ámbito cultural de las masas populares junto a los temas de antaño

En el siglo XVIII algunos poetas utilizarán el metro y la rima del romance para crear artificiosas composiciones de corte pastoril o galante, Mientras al margen de la historia convencional de la literatura el romancero prosigue y consolidad su difusión oral por todas las áreas de lengua española o portuguesa: De Baleares y Canarias a las Azores y Madeira, de extremo a extremo del continente americano, de Marruecos a la península balcánica.

El siglo XIX con su exaltación de lo popular promovida por el movimiento romántico, vuelve sus ojos al romancero. Durán recoge en su Romancero general diversas clases de romance conocidos en aquella época y, tras él, Fernando J. Wolf y Conrado Hoffmann publicarán la ahora clásica Primavera y flor de romances. El Duque de Rivas y Zorrilla recrearán ciertos materiales legendarios aunque será en el siglo XX cuando autores de primera calidad, como Antonio Machado (La tierra de Alvargonzález) y F. García Lorca se proponen la renovación del género. Durante la Guerra Civil estallará una verdadera explosión romancística. Se difundirá un nuevo romancero por medio de hojas volandera y gacetilla del frente por las trincheras de ambos bandos, haciéndose canto de combate

Criterios de clasificación del romancero

1. Clasificación común (Wolf, Hoffmann )

• Romances primitivos o tradicionales

• Romances primitivos refundidos por eruditos o poetas artísticos

• romances juglarescos de tradición oral pero creados por juglares

• romances artificios o artísticos compuestos del siglo XVI en adelante.

2. Otras clasificaciones

• Romancero viejo XIV-XV. Romancero nuevo

• Enfoque cronológico

• Enfoque estilístico

• Enfoque temático


3. Ensayo de clasificación global

• Nivel Cronológico: Romancero viejo. Romancero nuevo
• Nivel Temático:

- Históricos Ciclos de: Don Rodrigo; Bernardo Carpio; Fernán González,

Infantes de Lara; el Cid.

- Fronterizos - Legendarios - Moriscos - novelescos - Líricos: a) familiar b) amor-sexual c) Tema de ejemplaridad social

• Nivel estilístico

- Romances literarios o artísticos - Romances tradicionales - Romances vulgares

El fragmentarismo y la oralidad en el Romancero

Una clasificación común es la tripartita de Wolf, Hoffmann, derivada de la elaborada por Agustín Durán. Agruparon los romances en tres bloques

• Romances primitivos o tradicionales

• Romances primitivos refundidos por eruditos o poetas artísticos

• romances juglarescos de tradición oral pero creados por juglares

Añadiendo a estos los romances artificiosos o artísticos compuestos del siglo XVI en adelante tenemos el esquema básico de las clasificaciones.

La mayoría de las clasificaciones coinciden en la separación entre romancero viejo y romancero nuevo pero aplican criterios diferentes para definir esos dos grandes bloques o para la caracterización de otras subclases de romances

1. Enfoque cronológico: los romances viejos serían los compuestos antes del siglo XVI y durante el primer cuarto de siglo de éste; los romances nuevos los creados después de esta época. Algunos autores incluyen dentro del romancero viejo todas las composiciones que se propagan anónimamente por tradición oral sea cual sea su fecha de nacimiento.

2. Enfoque estilístico: en el caso del romance ha de considerar los distintos modos de transmisión. Suele atribuirse al romancero nuevo la condición de ser poesía escrita y personal, de autor conocido; al romancero viejo se le exigen las cualidades del anonimato y oralidad. de acuerdo con Durán se piensa que estos romances viejos tratan en gran parte, sobre sucesos de nuestra historia nacional y que son objetivos en su estilo, el poeta solo aparece como un simple narrador. Estos romances se dividen en históricos y fronterizos o se les da el nombre de los ciclos épicos que, supuestamente, constituyen su fuente.

Otras divisiones más generales según el carácter de los asuntos abordados separan los romances religiosos de los profanos, o según un criterio estético apartan del buen romancero ese otro llamado vulgar integrado por los romances de la “literatura de cordel”.

3. Un enfoque temático clarificador es el aplicado por William J. Entwistle que trata de clasificar el complejo panorama del romancero según los asuntos tratados.

• Romances históricos: serían los de base histórica conocida o probable

• Romances épicos y literarios se basarían en los cantares de gesta o en materia legendaria elaborada literariamente incluso si lo narrado tiene su origen en un suceso histórico.

• Romances de aventuras: Formarían un grupo heterogéneo con asuntos de todo tipo (amorosos, familiares, de misterio, etc.) a menudo extraídos de un fondo folclórico común a toda Europa.

4. Ensayo de clasificación global

Para configurar un sistema clasificatorio que recoja la variedad y riqueza de aspectos del romanceros. Se distinguen cuidadosamente los distintos planos sobre los que el género se estructura y sobre cada uno de estos niveles de análisis ensaya una clasificación muy detallada.

• Nivel Cronológico:

Romancero viejo: Formado por los romances compuestos antes del primer cuarto de siglo XVI (1525).Algunos autores los dividen en tradicional y juglarescos

Romancero nuevo, a veces llamado artístico no compuesto dentro de la tradición oral sino por autores más o menos conocidos en un nuevo estilo. Está constituido por las creaciones posteriores a 1525.

Algunos autores consideran que la diferencia entre ambos romanceros está basada más que en la cronología, en el origen y forma de propagación. El primero sería de tradición oral y de autor desconocido mientras que el segundo fue compuesto por escrito y debería su estilo a autores con plena consciencia de su responsabilidad literaria.

• Nivel Temático:

- Históricos: También llamados romances “nacionales”, que se agrupan en ciclos referidos a hechos y héroes de gran importancia en nuestra historia como nación. Los principales ciclos son:

Ciclo de Don Rodrigo, inspirados en una crónica de 1430 de Pedro del corral que tratan sobre el desgraciado fin del último rey godo.

Ciclo de Bernardo Carpio; romances que relatan enfrentamientos de este héroe legendario a Alfonso II cuando iba a convertirse en vasallo de Carlomagno. Cantan la victoria de Bernardo sobre los caballeros franceses de Roncesvalles.

Ciclo de Fernán González, recoge las hazañas de este héroe, también contenidas en el poema de clerecía que lleva su nombre y los conflictos entre el condado de Castilla y el reino de León cuando el primero pugnaba por su independencia.

Ciclo de los Infantes de Lara; Tratan de la época en que los castellanos se veían amenazados por las tropas árabes de Almanzor y los infantes resultaron muertos a manos de los moros en emboscada preparada por su tío Rodrigo Velásquez. Mudarra González hermanastro de los infantes e hijo de cristiano y mora vengará la traición dando muerte a Rodrigo Velásquez.

Ciclo del Cid. Agrupa todos los romances que cantan las gestas y conquistas del héroe castellano. Presentan un Cid altivo y casi fanfarrón, muy alejado del Cid mesurado y prudente del Cantar e inventan episodios que poco tienen que ver con los históricos

- Fronterizos: algunos se identifican con los históricos pues muy bien podrían ser los fronterizos las composiciones romancísticas más antiguas entre las que se ocupan de hechos de nuestra historia. Sin recurrir a gestas ni crónicas se compusieron durante la Reconquista y abordan los sucesos bélicos acaecidos en la frontera entre cristianos y moros.

- Legendarios: Son romances de temática no castellana, tratan de relatos del folclore europeo. Llegan a nuestra literatura a trabéis de la épica francesa, caso de romances del “ciclo carolingio”, basados en las leyendas de la corte de Carlomagno, y inspirados en las narraciones medievales sobre el rey Arturo y su mesa redonda, poemas del “ciclo bretón o artúrico”

- Moriscos: Divididos en dos grupos o épocas por algunos autores. Los romances viejos que muestran una visión amable o positiva del mundo árabe. Los del segundo grupo son composiciones escritas más tardíamente en momentos de verdadera moda del exotismo de lo arábigo. Lope de Vega y Góngora, entre otros, crearían esos nuevos y caprichosos romances moriscos.

- Novelescos: A veces tienen su origen en asuntos conectados con los de romances históricos y legendarios pero tratados más imaginativamente; estas composiciones reciben el nombre de “caballerescas”. En ocasiones los romances novelescos se centran en temas bíblicos, mitológicos, pastoriles y piadosos.

- Líricos: Incorporan materias y recursos de la canción lírica, sobre todo a finales de la edad media, o transforma y abrevian temas de los otros grupos

Atendiendo a los asuntos que sirven de motivo fundamental a los romances que, hoy en día se siguen transciendo por tradición oral, descubriremos que giran en torno a tres grandes temas: el familiar, el amoroso-sexual y el tema de la ejemplaridad social

• Nivel estilístico: Vías de creación y transmisión

- Romances literarios o artísticos: Creados dentro de los cauces convencionales de lo literario

- Romances tradicionales: Nacidos y propagados en el proceso de la tradición oral, sufriendo una estilización progresiva, el fragmentarismo y la contaminación de temas diferentes entre otros cambios

- Romances vulgares: A caballo entre la escritura y la oralidad, producen en su mayor parte de esa vertiente intermedia entre lo culto y lo popular que es la literatura de cordel

Estilo del romance

Arcaísmos y tiempos verbales

Sintaxis

Lenguajes

Paralelismo y repetición

Hablar de un solo estilo para todo el romancero es generalizar demasiado: Hay que distinguir entre los rasgos estilísticos que caracterizan a las distintas clases de romance, sin olvidar la larga vida del romancero, que abarca desde la edad media a la literatura contemporánea

Arcaísmos y tiempos verbales: En el romancero viejo tanto en las recopilaciones más antiguas como en algunas versiones de la tradición oral actual, aparecen arcaísmos que lo eran ya cuando los primeros cancioneros de romances fueron compilados. Así nos encontramos con rasgos como

Conservación de la f- inicial (“falcón”,” fabló”) o formas arcaizantes como “fontefrida” en vez de “fuente fría”

Uso del pronombre átono “vos”, más allá de la época en que era de uso corriente (“¿de qué vos reís?”)

También el uso de las desinencias en –ades o –edes (“los que comedes mi pan”) por –aís o –éis, que hoy serían las terminaciones ordinarias de esas formas verbales

Uso del artículo determinativo antepuesto, todavía en versiones actuales (“la mi”, “la su”)

Vocativo con artículo antepuesto (“¿Dónde vas, el caballero?”)

Los tiempos del verbo son utilizados de manera peculiar, combinándose el pasado con el presente e incluso con el futuro. Este recurso permite al narrador pasar de uno a otro plano temporal, cercando a la audiencia lo que cuenta e introduciendo a quienes le escuchan en el mundo de lo narrado.

La adjetivación es justa y escasa y el abundante uso de elipsis en virtud de la cual verbos y nombres quedan sobreentendidos.

Sintaxis

Empleo frecuente de la yuxtaposición. Son raros los versos de enlace en las versiones más apegadas a la tradición y los personajes intervienen en la acción a través de diálogos en estilo directo

Intercalación de interjecciones y exclamaciones de toda clase en las intervenciones de los personajes con el fin de intensificar la expresividad. En las partes dialogadas abundan vocativos y apostrofes que dramatizan aún más el contenido

Profusión de hipérbaton en el romancero viejo e importancia del mismo en la impresión de elegancia que dichas composiciones transmiten. Elegancia lejos tanto de lo vulgar como del rebuscamiento y afectación a que el abuso del hipérbaton puede conducir.

El lenguaje

El romancero oral está condicionado por una especie de compromiso entre el “patrón” o “modelo” de un determinado tema y el tipo de versión más extendido en cada demarcación. Por ello, conviven dentro de la misma versión formas vulgarizadas (“pa’” por “para” o “ca” por “casa”) con otras propias de léxico selecto y palaciego. Muchos vocablos has sufrido alteraciones pintorescas. “Mira Nero de Tarpeya” pasó a “Marinero de Tarpeya”

Otro aspecto interesante es la persistencia de la –e paragógica (“cantar-e”) que, cuando ya se había producido la caída de la –e final latina, siguió utilizándose por juglares como recurso de su arte que ampliaba las posibilidades de la rima.

Esta –e paragógica perdura de manera implícita al menos, en aquella versiones orales que alternan la rima en á- con la rima en á-e

Paralelismo y repetición

La repetición, ya sea anafórica o dentro del mismo verso es un recurso fundamental en el romancero de tradición oral que lo aproxima a los juegos reiterativos de la lírica medieval.

Con frecuencia, el comienzo de los romance “in media res” utiliza la repetición, como sucede en “Abenamar, Abenamar”, Rey don Sancho, rey don Sancho”, “Mañanita, mañanita”. Otras frases se repiten también regularmente tomando la forma de octosílabos perfectos que se colocan enana u otra parte del poema según la conveniencia.

Son muy importantes dentro del romance las fórmulas, que a menudo se apoyan en la hipérbole (“que en la corte no hay su par”, “que al cielo quiero llegar”, la antítesis (“noche y día”) y la personificación (“que las campanas plañían”,”puertas de alegría”)

Aparece repeticiones fonéticas, aliteraciones (“yo me era mora Moraima”); en el plano sintagmático (“Río verde, río verde”, “que por mayo era por mayo”). Este paralelismo puede afectar a palabras o frases (paralelismo verbal : “_Tú eres el diablo romero (…) “No soy el diablo romero”; “No me quites el honor (…) _ Te he de quitar el honor”); puede ser un paralelismo conceptual (“No temo yo a la muerte/ ni tampoco a quien la envía ,/que tengo yo en mi casa hacienda, para sostenerla de día”); o puede tener un sentido correlativo (“Póngale usted rica cena,/ póngale usted rico pan,/ póngale usted rica cama”.

El fragmentarismo y la oralidad en el Romancero

La economía expresiva propia del romancero viejo encontró en el fragmentarismo un medio importante con el que eliminar elementos y aumentar la emoción. En un principio pudo ser consecuencia –no buscada- de la desmembración de historias más largas, pero después llego a convertirse en verdadera voluntad de estilo. En el romancero se buscó la indefinición del final de poema, un “saber callar a tiempo” que actuó como un procedimiento más de reelaboración estética.

En el romancero de tradición oral se cumple esa ley de inversa proporcionalidad de A más paralelismos, menos metáforas. Contrasta la sobriedad metafórica del romancero tradicional con las atrevidas metáforas en romances de poetas cultos como Góngora y García Lorca. En este y otros aspectos la poética del romancero se encuentra profundamente marcada por la oralidad. Es una poesía para ser cantada, de ahí que abunden los recursos fónicos y las figuras de dicción sobre las de pensamiento.

La poética del romancero en una poética en tensión que resulta de difícil equilibrio entre objetividad y subjetividad, moderación y emoción, sobriedad y ornato. Una poética que juega con el contraste entre tempo solemne y otro de rápida andadura que avanza con repentina ligereza a lo largo de la acción. De estas oposiciones proviene la fuerza y capacidad que el género tiene para mantener el interés.


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