domingo, 27 de diciembre de 2009

El Cantar de los Nibelungos - Fragmentos


Odín y Slaipnir, su caballo de ocho patas; sus cuervos Hugin y Munin, Pensamiento y Memoria, y sus lobos, Geri y Freki.



Dos Fragmentso de
"El Cantar de los Nibelungos"



PRIMERA AVENTURA: Lo que soñaba Kriemhilde.

Muchas cosas maravillosas narran las sagas de tiempos antiguos,
De héroes loables de gran temeridad,
De alegría y de fiestas, de llantos y lamentos.
De la lucha de héroes valientes ahora escucharéis narrar maravillas.

Creció en Burgundia una niña tan noble
Que en todos los países no podría haber alguna más bella.
Kriemhild se llamaba y se hizo mujer muy hermosa.
Por ella muchos caballeros perdieron su vida y su cuerpo.

Amar a la muy noble no traía vergüenza a nadie;
Muchos héroes la pretendieron, nadie la malquería.
Bella sobremanera era la muchacha noble.
Los modales cortesanos de la doncella hubieran sido adorno de todas las mujeres.

Tres reyes la cuidaban, nobles y ricos,
Gunther y Gernot, héroes sin par
Y Geiselher el joven, un espada escogido;
Ella era su hermana, los príncipes tenían que cuidarla.

Ute se llamó su madre, reina de gran riqueza,
Y Dankrat su padre, quien legó la herencia
A favor de sus hijos, cuando murió; antes fue un hombre fuerte
Que en su juventud había ganado muchos honores.

Los señores eran generosos, nacidos de noble estirpe,
Sobremanera temerarios de fuerza los héroes elegidos.
De los Burgundios tenía el país su nombre;
Crearon grandes maravillas aún en el país de Atila.

En Worms a la orilla del Rhin vivían los señores poderosos,
A ellos gustosos servían muchos caballeros orgullosos,
Con grandes honores durante toda su vida,
Hasta que murieron lastimosamente a causa de enemistades entre dos nobles señoras.

Los tres reyes eran, como ya he dicho,
Fuertes y de gran ánimo; eran súbditos de ellos
También los mejores héroes, quienes tenían notable prestigio
De gran fuerza y temeridad, sin miedo en toda lucha.

Éstos eran de Tronje Hagen y el hermano suyo
Dankwart, el rápido, de Metz el señor Ortewein,
Los dos Margraves: Gere y Eckewart,
Volker de Alzei bien dotados de fuerza.

Rumold, el maestro de la cocina; un espada magnífico,
Sindold y Hunold: estos señores debían cuidar
De la corte y de los honores, súbditos de los reyes.
Y todavía tenían muchos espadas; a todos no puedo nombrar.

Dankwart era mariscal; y su sobrino era
Senescal del rey, de Metz, señor Ortewein.
Sindold era escanciador, un espada perfecto,
Y gentilhombre de cámara, Hunold: cuidaban los altos honores.

Del honor de la corte, de su fuerza enorme,
De su dignidad tan alta y de la caballería,
Como los ejercían los señores, con alegría durante toda su vida,
De todo eso realmente nadie puede daros noticia completa.

En su alma virgen, Kriemhild soñaba
Que criaba un halcón fuerte, bello y salvaje;
A éste lo agarraron dos águilas. ¡Lo que ella tuvo que ver!
No pudo sufrir dolor más grande en esta tierra.

Contó el sueño a su madre, la señora Ute,
Que no sabía explicarlo a la bella de otro modo que así:
-“El halcón que tú criaste, es un hombre noble;
que Dios lo guarde, si no, pronto morirá.”

-“¿Qué me dices de un hombre, mi queridísima madre?
Quiero quedarme sin amor de héroe para siempre;
Quiero quedarme tan bella hasta mi muerte,
Para que nunca gane yo penas a causa del amor de un hombre”

-“No lo rechaces del todo” – la madre dijo a ella.
“Si quieres ser feliz en la tierra, con todo tu corazón,
esto vendrá del amor de un hombre: serás una bella esposa,
si Dios te favorece con el cuerpo de un buen caballero”.

-“No habéis así, mi queridísima madre.
La experiencia de muchas mujeres me ha enseñado
Cómo al fin se paga el amor: con sufrimiento;
Quiero evitar ambos: de este modo seguramente me quedaré en paz”.

Kriemhild en su alma quería quedar libre del amor.
De modo que así pasaron todavía muchos días a la buena niña
Sin que conociera a nadie que le hubiera gustado como esposo,
Hasta que, finalmente, con honores, ganó a un héroe valioso.

Y éste era el mismo halcón que había visto en sus sueños,
Que su madre le había presagiado. A causa de su muerte temprana
¡Qué recompensa tan sangrienta dio ella a sus parientes más cercanos!
A causa de la muerte de este hombre murieron los hijos de muchas madres.

SEGUNDA AVENTURA: Siegfried.

En aquel tiempo se criaba en los Países Bajos el hijo de un rey noble,
Siegmund se llamaba su padre y su madre, Siegelind,
En una ciudad rica y fortificada afamada hasta lejanas regiones,
A la orilla del Rhin llamada Canten.

Os diré que este espada, cómo creció con gran belleza.
Siempre estuvo cuidado de toda vergüenza.
El hombre temerario pronto llegó a ser fuerte y de alta fama:
¡Hey, cuán grandes honores ganó en esta tierra!

Siegfied fue llamado el buen espada valiente.
Probaba sus fuerzas con muchos héroes, con valor y ánimo.
Su fuerza o llevaba a muchos países extranjeros:
¡Hey! Cuántos espadas tan hábiles encontró entre los Burgundios.

Antes de que el espada temerario fuera un hombre mayor de eada,
Ya había hecho tantas maravillas con sus manos,
De los cuales uno puede cantar y decir siempre de nuevo;
Mucho tendríamos que callar de él en los días de hoy.

En sus tiempos mejores, en sus días de juventud,
Muchas maravillas se podían narrar de Siegfried.
¡Qué honores florecieron en él y qué bello era su aspecto!
Por eso, con amor, pensaban en él muchas mujeres bellas.

Lo educaron con gran esmero, como era conveniente para él;
Cuánta disciplina y virtud nacieron de su propia alma.
De esto se adornaba el país de su padre,
Que para todas las cosas, lo encontraron tan espléndido.

Ahora estaba tan crecido para cabalgar también a la corte.
Le gustaba verlo a la gente. Muchas mujeres y muchachas bellas
Hubieran querido que él fuese siempre allá.
Muchas lo querían, y de esto se dio cuenta el espada.

Raras veces permitieron que cabalgara el niño sin guardián.
Con preciosos vestidos lo adornaba su madre Siegelind;
También cuidaron de él los sabios conocedores del honor:
Por eso podía ganarse tanto a la gente como al país.

Ahora tenía suficientes fuerzas para cargar armas:
Lo que necesitaba para esto, ellos le dieron bantante.
Ya pensaba en pretender a muchas bellas niñas;
Y a ellas hubiera gustado amar al hermoso Siegfried, con honor.

Entonces su padre, Siegmund, avisó a sus vasallos
Que con buenos amigos quería celebrar un banquete en la corte.
Y llevaban las nuevas al país de otros reyes.
A los del país y a los visitantes regaló caballos y vestidos.

A quiénes encontraban, según la tradición de sus padres,
Debían hacerse caballeros; tanto nobles escuderos como jóvenes.
Los invitaban al país para la gran fiesta,
Donde les ciñeron la espada al mismo tiempo que a Siegfried.

Se podrían narrar maravillas de este banquete en la corte.
Siegmund y Siegelind ganaron en este día
Muchos honores por los regalos que dieron con su propia mano:
Por eso se vio a muchos extranjeros, cabalgando hacia su país.

Cuatrocientos jóvenes espadas debían ser vestidos
Junto con el joven príncipe. Muchas muchachas bellas
Se vieron ocupadísimas en la obra: a él querían todas,
Muchas piedras preciosas fijaron las mujeres en el oro.

Las cuales querían coser con galones en los vestidos
De los jóvenes héroes orgullosos. Así era la costumbre.
El anfitrión mandó construir tribunas para muchos hombres valientes,
Para este solsticio, cuando Siegfried ganó el rango de caballero.

Entonces fueron a una catedral muchos ricos vasallos
Y muchos caballeros nobles. Los ancianos hicieron bien
Sirviendo a los jóvenes, como se les había hecho a ellos.
Se divirtieron con eso y se alegraron al verlo.

Entonces, cuando cantaron una misa en honor de Dios
Hubo entre la gente una gran aglomeración,
Cuando se ciñeron la espada de caballeros, de acuerdo con el uso caballeresco,
Con tan altos honores no será fácil que vuelva a acontecer.

Se apresuran a encontrar muchos caballos bien enjaezados
Y en la corte de Siegmund se levantó el ruido de torneos
Tan fuerte, que tronaban el palacio yla sala.
Los espadas valientes empezaban un alboroto alegre.

De ancianos y de jóvenes sonaron muchas lanzadas
De modo que el quebrar de las astas sonó en los aires,
Las astillas se vieron volar hasta arriba por la sala.
La diversión miraban las mujeres y los hombres.

El anfitrión pidió que terminasen. Se llevaron los caballos;
También vieron quebrados muchos escudos fuertes allá.
Y también muchas piedras preciosas tiradas en la pradera
De las hebillas del bello escudo: rotas por los golpes.

Entonces sentábanse los invitados, adónde se les designó,
En la mesa, donde mucha comida rica los refrescaba,
Y el mejor vino que les sirvieron en abundancia.
A los paisanos y a los extranjeros se ofrecieron muchos honores.

A pesar de haber ejecutado sus artes durante el día
Los juglares y vagabundos no querían descansar;
Servían por donativos que abundantemente encontraron;
Con eso ganó alabanza todo el país del rey Siegmund.

Entonces el rey mandó que a Siegfried el hoven
Se le entregase en vasallaje el país y las fortalezas como él los había recibido antes.
Y dio a sus compañeros de espada con mano generosa:
De modo que estaban contentos del viaje que los había traído al país.

El banquete de corte duraba hasta el séptimo día.
Sieglind, la rica, cuidaba de la costumbre antigua,
Repartiendo oro rojo por amor a su hijo,
Bien ella podía ganar para él con esto el favor de toda la gente.

Al final ya no hubo juglar pobre en todo el país.
Los vestidos y caballos les volaron de las manos
Como si ya no tuvieran que vivir más que un día.
Jamás se vio a gente que obrara con tanta generosidad.

Con honores loables terminaba la diversión.
Y desde este tiempo podía escucharse de los vasallos
Que les gustaría ser súbditos del joven.
Esto no lo pedía Siegfried, el espada noble.

Mientras vivieran todavía Siegmund y Siegelind,
No quería él llevar la corona, el hijo querido por ambos.
Pero quería rechazar magníficamente todo ataque,
Que se temiera a sus países, el espada temerario y bello.

Nadie podía censurarlo. Desde que había recibido las armas,
Raras veces descansó el héroe ilustre.
Sólo trataba de luchar, y su mano fuerte
En todo el tiempo le ganó fama en países extranjeros.


Fragmentos extraídos de:
"El Cantar de los Nibelungos". Traducción al español de Marianne Oreste de Bopp. Editorial Porrúa, Colección "Sepan Cuantos", N° 285





Fragmentos de la película de Fritz Lang "Los Nibelungos" (1924)

 

Con esta melodía se acompañaba y cantaba el Cantar el los Nibelungos

(Melodía extraída del sitio: BIBLIOTHECA AUGUSTANA:

He aquí el libro completo. Está en formato PDF. La traducción es muy buena.


2 comentarios:

I.F.D. Borges

I.F.D. Borges
En la Escuela Normal funciona el Borges